Los políticos y los policías
comparten algo en común ante la sociedad civil y eso es odio, desprecio y falta
de autoridad de su investidura.
No es reciente que tales
personajes básicos en el andamiaje del sistema social pierden autoridad y
legitimidad, ante una ciudadanía que si bien no es participativa, sí es
consciente de lo que les sucede en el día a día y sobre todo por los abusos que
viven de dos instituciones que tienen su origen en el pacto social basado en el
Estado de Derecho, del cual todos somos garantes y en el cual en la práctica
somos los más vulnerables a menos que tengamos algún poder como una charola de
diputado, senador, presidente, regidor, etc; o por el contrario, una charola
que nos acredite como policías o militares.
No es nuevo como mencionaba que
en las encuestas de cultura política realizadas en México, estas dos
instituciones ocupen los lugares más bajos en preferencia y en credibilidad.
Hoy en nuestro país estamos viviendo un recrudecimiento de la seguridad pública
y de la representación política, niveles que ya han trastocado la esfera
privada de los ciudadanos y se han mezclado y sobre pasado de los asuntos
presentados como noticia, como la desaparición de 43 normalistas de Iguala
Guerrero, el abuso a diario de los cuerpos de seguridad mal capacitados tanto
en la aplicación de las leyes y normas que nos rigen en la Constitución, como
de una falta de capacidad física para afrontar desafíos donde tiene que ver el
cuerpo y las defensa personal.
Así mismo, los políticos no
entienden que el mundo y México han cambiado y se han transformado, que hoy día
se habla de democracia en un sentido amplio, donde la ciudadanía debe ser el
eje principal de políticas públicas y acciones de gobierno que implica la
representación. La gobernanza se ha puesto como algo deseable y exigible con
los nuevos tiempos, con acciones como el presupuesto participativo, los
referendos y más acciones encaminadas a tomar de alguna u otra forma la opinión
y el parecer de los ciudadanos, que son en última instancia el motivo de la
representación política. Los políticos no entienden que no son dueños de las personas
que están con ellos por clientelismo, por coacción o por interés, que tampoco
son dueños de los estados o municipios donde gobiernan y tampoco han entendido
que el dinero que ganan y los salarios que se auto otorgan son resultado de la
misma ciudadanía que representan constitucionalmente, lo cual no los hace
Dioses que pueden hacer y deshacer como en el caso de la “casa blanca” de EPN,
ni de los abusos de la clase política que se jacta de tener lo mejor de lo
mejor.
México está en crisis y estas dos
instituciones, deben de responder al momento coyuntural, deben de responder por
lo mal que están trabajando y por la deuda que tienen con el país. El gobierno
Mexicano dice que nadie puede exigir justicia violando la ley, eso es una
verdad; pero que ellos no la han violado sistemáticamente y nadie dice nada, ni
las instituciones del gobierno porque están emparentadas por el mismo vicio que
es la corrupción y la impunidad. Ante ello, cómo la sociedad civil puede usar
las vías institucionales si éstas no le responden? Si no dan respuestas?
Todo esto sucede en los tres
niveles de gobierno y ante esto, Atizapán de Zaragoza no se salva; el municipio
tiene un polvorín en sus manos que si no lo resuelve pronto veremos acciones
que impliquen soluciones violentas y de ejercicio de la justicia por mano
propia por parte de sus habitantes, ya que en el municipio hay caso omiso de
todo lo que es público y el edil se preocupa más por sacar dinero de donde sea
para su campaña que viene, la de su hija
y el “posicionamiento” que está llevando a cabo para su actual tesorero.
#LiberenaMireles #TodosSomosAyotzinapa