Parece que en Atizapán de
Zaragoza se tiene dos visiones de un mismo municipio, por un lado, la
presidenta municipal Ana Balderas; ve un municipio donde no pasa nada, donde
hay oportunidades para las grandes empresas –como la construcción de un nuevo
Costco en la Zona Esmeralda, casualmente o coincidentemente la misma zona donde
operó con mucho interés su antecesor Pedro Rodríguez-, donde también tienen
cabida las almas de los atizapenses en representación de la iglesia –se le
regalaron terrenos a la iglesia católica en los enclaves de la también Zona
Esmeralda-, y claro, se está construyendo el camino para la reelección en el
año 2018 y se prepara la victoria para ganar la gubernatura en el estado por
parte de los panistas –ojo, con ayuda del PRD y quizá de partidos como el
Verde, PT y MORENA vía su regidor servilista, Antonio Pacheco-, y la diputación
local. Un Atizapán que supuestamente va en crecimiento y desarrollo en
distintos rubros sociales.
Ese Atizapán que solo lo ven las
personas que encarnan los cargos de primer nivel dentro del gobierno municipal
y los que tuvieron como premio cargos que cristalizan su mayor o menor ayuda
dentro de la estructura del PAN en Atizapán. Ese Atizapán que lo plasman en sus
piezas de comunicación gubernamental y en redes sociales, tanto institucionales
como de los simpatizantes de Ana Balderas y el PAN –ya hasta la muñeca de la
edil existe, parte de la propaganda para posicionarla rumbo a la elección antes
mencionada-.
Y por otro lado, existe ese otro
Atizapán que los ciudadanos de carne y hueso ven, que los ciudadanos sin ningún
compromiso partidario ven y padecen a diario, aquellos que el poder político no
corrompe con despensas o dinero o con paliativos. Y es que dentro del municipio
no se salvan ni los ciudadanos que viajan en transporte público, ni los que
tienen auto particular, ni los que caminan por las calles, de un flagelo que se
ha incrementado en esta administración municipal: el robo con violencia, donde
también los asesinatos se han convertido en hechos cotidianos.
Es incomprensible como los medios
de comunicación locales no lo puedan o no lo quieran ver, una situación
alarmante que al final beneficiará a la clase política como siempre.
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